Saint Rose of Lima
On August 23, the church celebrates the first saint of the New World, St. Rose of Lima. Isabel Flores de Oliva was born in Lima, Peru on April 30, 1586, daughter of Gaspar Flores and Maria de Oliva. She was baptized in the parish of San Sebastián in Lima by the priest, Fr. Antonio Polanco. She was confirmed in the village of Quives de Manos by the then Archbishop of Lima, St. Toribius de Mogrovejo.
At a very young age, she chose to consecrate her life to God. She practiced very intense prayer and penance daily, sometimes depriving herself of food and sleep.
She joined the Third Order of St. Dominic and lived in a little hut in her parents’ garden, working to help support them. She was ill for the last three years of her life, and was cared for by a government official and his wife. She diedat the age of 31 on August 24, 1617, feast of St. Bartholomew, as she herself prophesied.
She was canonized by Pope Clement X in 1671, and was the first saint of the Americas. Her shrine, alongside those of her friends, St. Martin de Porres and St. John Masias, is located inside the convent of St. Dominic in Lima.
Santa Rosa de Lima
El 23 de agosto la iglesia celebra a la primera santa del Nuevo Mundo, Santa Rosa de Lima. Isabel Flores de Oliva nació en Lima, Perú el 30 de abril de 1586, hija de Gaspar Flores y María de Oliva. Fue bautizada en la parroquia de San Sebastián de Lima por el párroco fr. Antonio Polanco. Fue confirmada en el pueblo de Quives de Manos por el entonces Arzobispo de Lima, San Toribio de Mogrovejo.
Desde muy joven eligió consagrar su vida a Dios. Practicaba diariamente la oración y la penitencia muy intensamente, privándose a veces de comer y dormir.
Se unió a la Tercera Orden de Santo Domingo y vivía en una pequeña choza en el jardín de sus padres, trabajando para ayudar a mantenerlos. Estuvo enferma durante los últimos tres años de su vida y fue atendida por un funcionario del gobierno y su esposa. Murió a la edad de 31 años el 24 de agosto de 1617, fiesta de San Bartolomé, como ella misma profetizó.
Fue canonizada por el Papa Clemente X en 1671 y fue la primera santa de América. Su santuario, junto con los de sus amigos, San Martín de Porres y San Juan Masias, se encuentra dentro del convento de Santo Domingo en Lima.